¿Por qué Crianza Autorregulada?
Podría llamarlo Crianza con Apego porque así es conocida comúnmente, pero sería parcial e incorrecto.
Todo el mundo cría con apego, ya sea seguro o inseguro con sus subcategorías correspondientes. Por ello llamar a esto Crianza Con Apego me parece incorrecto. Crían con apego (pero inseguro) hasta los padres que no establecen contacto alguno con sus hijos.
El sentido de “criar con apego” es precisamente proporcionar esa dependencia necesaria (y sana) en un principio para que luego exista una independencia real, para lo cual también debemos permitírsela (no imponersela). Con lo cual el concepto de criar con apego, que no es lo mismo que criar con amor pese a que en un apego seguro esto estaría implícito, quedaría obsoleto al crecer el niño.
Además es parcial porque en este concepto tal y como es conocido entran muchas más vertientes, la Teoría del Apego es sólo una parte de ello. De hecho el padre casi desconocido y pilar fundamental de esta filosofía de crianza es el psiquiatra Wilhelm Reich, que ya hablaba a principios del siglo XX del principio de autorregulación, del aprendizaje por medio del placer, de la importancia del trato a la infancia, del parto natural, de no frustrar ni reprimir las emociones infantiles, etc. Reich quisó cambiar el mundo de la única manera posible, desde la infancia y el trato que recibe. Por ello fue perseguido, rechazado, encarcelado y finalmente murió misteriosamente en la cárcel poco antes de cumplir condena.
Elsworth Baker, que siguió la estela de Reich, decía: “Es más fácil criar un niño reprimido que uno completamente sano que afirme su independencia y exija sus derechos”. Habría que añadir que obtener desde esa infancia el mismo tipo de adultos también es más fácil para quienes manejan el sistema. No hay más que ver en lo que la sociedad se va convirtiendo: personas sumisas, reprimidas y oprimidas que viven según lo que se les dicta, incapaces de levantarse ante los abusos (como mucho con una falsa ilusión de libertad protestando en las redes sociales), con miedo a decidir, sin contacto con ellos mismos y por supuesto tampoco con los demás. Violencia, depresión, ansiedad, soledad…
La autorregulación es utópica en una sociedad enferma, pero debemos intentar aproximarnos todo lo posible para que generación tras generación se vaya produciendo el cambio. Es desde la infancia y la prevención desde donde se cambia el mundo. Nuestros hijos tienen derecho a vivir su vida, no a sobrevivirla negándoles su propio yo y plagando su infancia con nuestros fantasmas personales. Los padres, educadores y profesionales de la salud tenemos una obligación moral con nuestros hijos y con la sociedad.