El periodo de adaptación escolar

 

Con el final del verano llega un momento crucial para muchas familias: la incorporación al colegio por primera vez.

Lo primero que los padres deben saber es que la escolarización no es obligatoria hasta los 6 años de edad. Muchas familias piensan que a los 3 años ya es obligatorio escolarizar, y no es así. Lo que si ocurre en torno a los 3 años es que se trata de un momento clave en el desarrollo cerebral en el que ocurren muchas cosas, como por ejemplo comenzar a entender que hay un “otro” y buscar más activamente la socialización con iguales, que es muy necesaria, aunque puede realizarse igualmente sin escolarizar, jugando con otros niños de su edad.

Antes de los 3 años, el niño está en una fase del desarrollo en la que los “otros” no existen para ellos, su cerebro aún no tiene la maduración cortical necesaria para comprender esos conceptos. Le pueden gustar los otros niños, pero como le gustan los juguetes. Por lo tanto, si el niño entra en una guardería antes de los 3 años, que la razón sea por necesidad (por ejemplo por trabajo de los padres), no para que socialicen, ya que a esa edad eso no ocurre. En la medida de lo posible, lo mejor que podemos hacer es evitar la guardería, ya que lo que necesita un niño antes de los 3 años es permanecer junto a sus figuras de apego. Existen alternativas a la guardería como las madres de día (casas nido en algunas comunidades), donde se respeta el periodo de adaptación y se tienen muy pocos niños en una casa adaptada para ellos, como un hogar. El número de niños es muy importante, ya que pese a que hay guarderías en las que las cuidadoras están muy formadas y sensibilizadas, el elevado número de niños por clase hace imposible que atiendan a todos los niños como necesitan, por mucho que ellas quieran hacerlo.

En cualquier caso, el periodo de adaptación es fundamental, ya sea guardería o colegio, pero mucho más importante si hablamos de edades anteriores a los 3 años en los que se están formando los cimientos de la psique para toda la vida de ese niño. El periodo de adaptación no es fijo. Cada niño necesita un tiempo diferente, ya que cada niño es diferente. Hay centros donde se dice que existe periodo de adaptación, pero ofrecen un tiempo fijo, muchas veces insuficiente, refiriéndose a la adaptación cuando el niño se acostumbra a llorar y que su madre no regrese. Eso no es adaptarse, es resignarse, y hay consecuencias graves (lo mismo ocurre con los métodos para enseñar a dormir por desgracia tan populares, de los que hablaré en otro escrito). El cerebro del niño, cuando se ve sometido a situaciones de estrés o ansiedad, segrega cortisol. El cortisol en cantidades elevadas puede provocar que la amígdala, en un cerebro en desarrollo, se engrandezca, y el hipotálamo (encargado por ejemplo de los procesos de memoria, atención, lenguaje o inteligencia), se atrofie. Con lo cual estaríamos hablando de que ese niño estaría predispuesto durante toda su vida a la ansiedad y la depresión, viendo además mermados sus procesos de memoria, atención, lenguaje o inteligencia. Del mismo modo puede afectar al vínculo que tenga el niño con su figura de apego principal, pasando de un apego seguro a uno inseguro que afectará del mismo modo a toda su vida posterior, punto que desarrollaré también en otro escrito.

Por todo ello en periodos de adaptación escolar, a modo de prevención y de aconsejar de manera general  lo mejor para el niño, recomiendo:

  • Que el periodo de adaptación no sea limitado en el tiempo, ya que cada niño necesita un tiempo diferente.
  • Que el periodo de adaptación sea efectivamente de adaptación, no de resignación. El niño está adaptado una vez, tras pasar el periodo necesario en compañía de la madre, en el espacio nuevo y con los cuidadores nuevos, no se queja cuando la madre se va o tras su marcha, ya que se ha vinculado con los nuevos cuidadores y espacio.
  • Que se tenga en cuenta que resignarse no es adaptarse. Si el niño llora o se queja con la marcha de su madre, pero termina acostumbrándose y deja de quejarse, no se ha adaptado, se ha resignado, con graves consecuencias para su desarrollo y su psique (segregación de cortisol, pérdida de apego seguro, duelo patológico, etc).
  • Que para favorecer una adaptación adecuada, se permita a la madre estar en el espacio junto con las cuidadoras y el niño el tiempo que sea necesario, atendiendo gradualmente las cuidadoras las demandas del niño para ir convirtiéndose en figuras de apego secundarias.
  • Se recomienda que el periodo de adaptación sea lo más largo posible para ir sobre seguro.
  • Nunca atribuir el llanto del niño ante la separación de su madre como algo negativo que el niño debe dejar de hacer, ya que lo peor que puede ocurrir es que se acostumbre a esto. Debemos tomar ese llanto como una señal de que es necesario ampliar el periodo de adaptación.
  • Que si la incorporación a la escuela ocurre tras nacer un hermanito, se tenga en cuenta que el niño puede pensar que le sustituyen. Hay que hablar con el niño para decirle que le queremos y que nos gustaría estar siempre con él.

Laura Perales Bermejo

Psicóloga y madre

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