Artículos

  • La escuela en tiempos de pandemia

    En medio de una pandemia mundial, una crisis que favorece que los patrones de todo el mundo afloren y engorden, no podía ser menos con los patrones a nivel social. Uno de ellos es el adultocentrismo, la falta de mirada hacia los niños, incluso su rechazo. Asistimos a su confinamiento férreo en meses pasados, como “supercontagiadores”. Parques precintados, los niños encerrados. Quizá podríamos haber pensado que se trataba de protegerles, pero con la llegada de la segunda ola de esta pandemia vemos como se mantiene la entrada en las escuelas para proteger la economía y que no pare el sistema de producción y consumo. Además una entrada desde el miedo, crispada, de un modo que no favorece en absoluto el aprendizaje que se dice pretender preservar.

  • Carta para los niños en cuarentena

    Os dejo aquí esta carta para los niños que escribí en mi página de Facebook, para que podáis aprovechar el recurso quienes no tengáis esa red social. Leédsela, les va a ayudar ahora que están encerrados por lo del coronavirus. Ya me están llegando comentarios de niños que se encuentran mejor tras leérsela

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  • El cachete “educativo”

    Habitualmente escuchamos que no pasa nada por hacerles ciertas cosas a los niños, o que “a mi me lo hicieron y estoy bien”. Esto ocurre especialmente en el caso del llamado “cachete educativo”. Este eufemismo que alivia la conciencia, porque como de costumbre permite hacer lo que realmente queremos hacer y nos es más cómodo (lo hacemos “por su bien”), viene a decir que pegar a tu hijo como método (no porque se te escape por lo vivido, o por agotamiento) para que aprenda quien está por encima de él, es algo bueno para el niño, es “educativo”. Y si, desde luego enseña muchas cosas, entre ellas que quien debería cuidarte es quien te da miedo, que la violencia es la vía, que existen relaciones de poder y hay que reproducirlas, etc.

  • ¿Es posible hacer tribu?

    La organización de nuestra sociedad impide en gran parte esta unión necesaria. Trabajos agotadores que apenas nos permiten sobrevivir, si trabajas por cuenta ajena estás sometida a unos horarios implacables y un sueldo miserable, si trabajas por cuenta propia los horarios invaden tu vida y te ahogan con impuestos (está todo muy bien pensado para que los de abajo siempre permanezcamos abajo). Si trabajas en casa, ya sea conciliando o criando sin trabajo remunerado, estás en las mismas. Falta de tiempo, falta de dinero, falta de energía por agotamiento. Romper la comunidad es una estrategia infalible para mantenernos sometidos pensando que cada cual debe ir a lo suyo y hacer lo que pueda. No nos damos cuenta de que a veces, si logramos encontrar hueco para estos encuentros, el agotamiento disminuye. No se trata de una actividad más que sume cansancio, es algo que nos libera.

  • Test de autenticidad para madres imperfectas que crían con respeto

    Test en clave de humor para que os riáis un poco.

  • Lo que vivimos importa

    El filtro de la realidad que se da debido a estas defensas nos condiciona absolutamente. Las defensas buscan seleccionar aquellas vivencias que “confirman” que el mundo es así y deben seguir presentes con fuerza, mientras descartan las que muestran todo lo contrario (suele haberlas), u omiten a la conciencia contextos y motivos previos a los hechos. Por lo tanto, esas defensas que en su día nos ayudaron a sobrevivir, se convierten en un gran problema, ya que nos hacen sufrir una y otra vez por cosas que pueden ser mucho más pequeñas de lo que parecen o incluso por cosas que no están pasando.

  • Sobre la guía de trastornos del comportamiento de niños y adolescentes del Hospital Niño Jesús

    Hace unos días operaban a mi hijo pequeño. Lo que vi dentro de la zona de recuperación de la anestesia, donde me encontraba con él mientras se despertaba, me dejó abatida. Había profesionales empáticos y cariñosos con los niños y las familias (nosotros tuvimos suerte), pero también había otros que trataban mal a niños pequeños que acababan de vivir una situación en la que necesitaban todo lo contrario. Eso me hizo escribir una reflexión sobre qué llevaba a ciertas personas a elegir trabajar con niños cuando evidentemente ni les gustan, ni están preparados para ello (no sólo hace falta formarse en medicina, es necesaria una mínima empatía).

  • La invisibilización de las madres

    Desde tiempos inmemoriales las mujeres (y la maternidad) han sido rechazadas como parte de un potente inconsciente colectivo que busca destruir lo vivo, la sexualidad femenina saludable, la diada madre-bebé. De aquellas sociedades primitivas de corte matrifocal que nos permitieron sobrevivir como especie al fomentar la vivencia en tribu y el cuidado de las madres, no quedan apenas vestigios. Amplia evidencia arqueológica sustenta la existencia de estas sociedades pacíficas y como fueron barridas cruelmente por el patriarcado, como podemos ver en las investigaciones llevadas a cabo por Casilda Rodrigáñez Bustos plasmadas en toda su obra.
  • ¿Es el mundo inseguro para mis hijos?

    Miedo. Nos paraliza, nos hace desconfiar. Nos hace más manejables. El miedo como estrategia de control de masas. Si estamos asustados, nos dejamos hacer, o incluso clamamos por medidas coercitivas. Nos han infundido miedo a la libertad desde que éramos niños, interiorizando un patrón en el que además, quien se supone que debe protegernos, lo que hace es castigarnos.

  • La maternidad anestesiada

    Ser madre mamífera, vinculada, en contacto con toda tu sexualidad (que no es sólo coito) y teniendo presentes las necesidades de ese ser que elegiste traer al mundo, se ha convertido en un acto antisistema.

  • Técnicas de represión emocional: el frasco de la calma

    Los adultos necesitamos soluciones mágicas. Si además sirven para mantener los fantasmas de lo vivido encerrados bajo varios candados, mejor que mejor. Contactar con lo que hay ahí debajo es demasiado doloroso. El problema es que las soluciones mágicas no existen, que vivimos en una sociedad donde es imposible criar saludablemente, que erramos el foco constantemente, lo cual, paradójicamente, nos dificulta mucho el camino.

  • Críticas a la crianza

    Una típica escena que vivimos las madres que seguimos la crianza con apego es la de la crítica social feroz hacia nuestro “estilo” de crianza (entrecomillo porque me resulta cómico llamar “estilo” a criar siguiendo tu instinto y como se ha hecho toda la vida, pero ya sabéis que ahora resulta que esto está de moda, cuando es más viejo que quienes lo tachan de moda o estilo y viene acompañando al ser humano desde sus orígenes).

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